Todavía tengo días en que la vida de pronto me da un guiño y me sorprendo.
Todavía a veces me asusto como un niño y quiero correr y ocultarme bajo mi cama.
Aún a veces veo pasar el tiempo como expectador olvidando que voy inmerso en él.
Siento todavía ganas a veces de poner en universo en pausa y caminar yo a mi ritmo hasta una zona de confort donde pueda volver a tener el control de todo.
Pero la vida misma me recuerda que las cosas no funcionan así.
Entonces camino.
A veces despacio, a veces más rápido.
A veces corro como el niño que desea llegar de primero a ese sitio maravilloso.
Otras veces como el anciano, camino despacio, con cautela, vigilando cada paso.
Pero sigo caminando.
No todo es como yo espero. Hay decisiones difíciles, pero al final necesarias.
Me gusta ser honesto, y no mentirle a nadie, especialmente a mí mismo.
Por hoy, con calma. Distingo claramente el horizonte, el cielo luce despejado, y el viento sopla a mi favor.
No tengo prisa, y a la vez nada me detiene.
Un paso, amigo.
Uno a la vez.