Qué difícil es decir adiós.
Que difícil, cuando quedan a veces tantas cosas pendientes, tantas conversaciones, tantas risas, tantas anécdotas qué recordar y otras nuevas por crear.
Qué difícil hoy mirar hacia atrás y recordar esos momentos lindos cuando reíamos hasta llorar, y aunque fueran efímeros, dejaron una huella en mi vida con tu recuerdo que ya no se puede borrar.
Sé que no siempre pude estar cuando necesitaste que alguien estuviera, pero cuando pudimos compartir fue de corazón. Igual me duele no haberme podido despedir. Te fuiste tan rápido.
El lugar vacío que queda con tu nombre, se irá llenando con los buenos recuerdos. Las tardes de café, las buenas conversadas, las autobiografías y todos esos momentos buenos. Las lágrimas se irán secando para dar paso a las sonrisas.
Duele despedirse hoy de vos, y duele acostumbrarme a la idea de que ya no conversaremos más, que esa búsqueda del café perfecto no se va a repetir. Pero doy gracias a Dios y a la vida por los años, aunque fueran pocos, que pasaste por esta vida.
Te voy a extrañar, y si hay un algo, un tiempo después de esta vida, espero poderte abrazar de nuevo alguna vez. Adiós mi querida amiga!
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Gracias por su visita, y gracias por aportar algo a mi monólogo. Casi siempre escribo para mi, pero me gusta saber que mis desahogos hicieron a alguien más sentirse identificado/a.
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