Mirando hacia atrás un par de semanas, creo que mi sospecha fue cierta.
Breve como un relámpago, pero cierta.
Y al igual que ese relámpago, se esfumó tan rápido como apareció. Cruzó el cielo destellando mi vista y no lo vi más.
Y fue bueno. No porque fuese tan efímero, sino porque dejó una leve brizna de esperanza tras de sí, de que alguna vez se repita, pero esta vez perdure.
Cuándo, no lo sé, ni quiero saber. No es algo que me robe el sueño esta noche, pero sí hace que antes de cerrar mis ojos y navegar las arenas de los sueños, pueda sonreir, y sentir paz.
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Gracias por su visita, y gracias por aportar algo a mi monólogo. Casi siempre escribo para mi, pero me gusta saber que mis desahogos hicieron a alguien más sentirse identificado/a.
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