Friday, October 15, 2010

Medio camino


Hace un par de meses me vi atrapado en una crisis. Quizá la más fuerte de toda mi vida. Mis emociones hicieron un corto circuito y todo, todo aquí dentro de desconfiguró. Cosas que marchaban bien empezaron a ir mal, y cosas que ya iban mal empezaron a ir peor. 
Caminaba a ciegas por un túnel y vi una luz al fondo. Creyendo que era al fin la salida y que por fin iba a terminar este dolor, empecé a correr hacia ella desesperadamente, para darme cuenta al final de que no era la salida del túnel, sino el tren que venía a toda velocidad hacia mi, y me atropelló con todas sus fuerzas dejándome hecho mierda en el piso, incapaz ya de levantarme, roto, herido, enojado, con el cuerpo y el espíritu quebrados, sin esperanza. 
Tuve que admitirlo, estaba en crisis. 
Tuve que poner mi vida en perspectiva y admitir que ese camino y ese ritmo me iban a destrozar. Iba a terminar loco, o encarcelado o muerto. 
No fue fácil para mi como hombre enfrentarme a mi divorcio, a mi soledad, al vacío y al sentimiento de fracaso que me embargaban. No era fácil admitir que alguna vez tuve todo y que todo había perdido. Me destrozaba la culpabilidad, la nostalgia, los interminables "...y si hubiera..." que venían en estampidas por las noches. 
Apagar mi cerebro era lo único que me sacaba un rato de ahí, pero ¿y el corazón cómo se apaga? 
Me lastimaba y lastimaba a otros que trataban de ayudar, de acercarse. 
La decisión, o mejor dicho, el momento de decidir que había estado postergando por meses había llegado. Era momento de tirar a un lado el orgullo, de bajar los escudos, de abandonar el "yo puedo solo" y admitir que no, que yo no podía solo, que no puedo solo y que necesito ayuda. 
Decidí hacer algo al respecto, y lanzarme al vacío. Salir de mi zona de confort, y abrazar de una vez por todas mi proceso. Dejar la evasión de una vez por todas y atravesar el duelo, por mucho que esto me duela. Si tengo que destruirme para reconstruirme, para reinventarme, para recomenzar, lo haré. 
He ido andando desde entonces. Ladrillo a ladrillo edificando aquello que deseo alcanzar, aquel en quien me quiero convertir. 
La determinación es mi bandera. Ya voy por la mitad de este camino, y planeo terminarlo y seguir más allá si es necesario. He ido aprendiendo nuevas herramientas que me ayudan. He ido conociéndome, reconociéndome, y analizando mi historia, el camino recorrido hasta hoy. Reviviendo los errores que cometí, ya no como tortura, sino para analizar qué hice mal, y qué me llevó a actuar así. Cuál es la raíz de todos estos problemas, para trabajar en ellos desde ahí. 
He aprendido a creer en mí, y saber que si no me doy por vencido, lograré ser quien yo quiero.
Por eso ahora me escapo, me doy un desierto, un espacio, para tomar aire, para recargar baterías, y seguir.
Es la mitad del camino apenas.

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