Hay decisiones irreversibles.
Hay momentos en la vida en que las cosas suceden, y quizá fueron las correctas, o tal vez no. El tiempo para decidir a veces es corto, y cuando se acaba ya no hay marcha atrás.
No hablo de arrepentirme. ¿Qué sentido tendría ahora? Ninguno ya. Pero se que hubo cosas que estuvieron mal, y mucho. Ya pedí perdón de corazón. Quizá no me fue concedido, es posible que no lo merezca, pero en mi queda el saber que lo dije, y lo sentí.
¿Perdonarme yo? Esa es otra historia. Ese es mi camino y lo que debo enfrentar día a día. A veces cuesta más, otras es un poco más sencillo. No todos los días son iguales.
Hoy vuelvo la vista atrás. El desenlace, probablemente no fuera el esperado, pero estoy convencido de que de una u otra forma todo saldrá bien.
¿Las decisiones? Si, son irreversibles. Lo sé. Mis pecados son imperdonables y lo he aceptado. No soy mala persona, de verdad que no lo soy, pero mis errores me han costado, y he decidido pagar el precio por ellos. Confío en que la vida acepte dejarme hacerlo en cómodas cuotas mensuales.
Algún día alcancaré el balance, y los números dejarán de sumar en rojo.
Entonces, quizá entonces, sea mi tiempo de ganar.
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Gracias por su visita, y gracias por aportar algo a mi monólogo. Casi siempre escribo para mi, pero me gusta saber que mis desahogos hicieron a alguien más sentirse identificado/a.
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