Monday, August 9, 2010
Perrito
Y el corazón alegre como un perrito movía la cola mientras lo llevaba donde el veterinario para saber qué le dolía y cómo curarlo.
El médico lo examinó cuidadosamente. Hizo varias preguntas, mientras anotaba en su libreta síntomas que luego consultaba en un pesado libro.
─¿Verdad que me voy a curar?─ me preguntó, todavía con la mirada ilusionada.
En ese momento regresó el doctor. Se quitó sus gruesas gafas y me miró. Hizo una profunda pausa, de esas que por dentro buscan las palabras adecuadas.
─Lo siento mucho... me temo que tendremos que ponerlo a dormir...
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Gracias por su visita, y gracias por aportar algo a mi monólogo. Casi siempre escribo para mi, pero me gusta saber que mis desahogos hicieron a alguien más sentirse identificado/a.
Se permiten los comentarios anónimos, pero un nombre nunca está de más para saber con quién hablo.