Al machillo cachetón, travieso, curioso, inquieto, hiperactivo, de memoria fotográfica y amante de los juegos que lo ponían a pensar más que los que lo ponían a brincar.
Vos, que estás aquí todavía, aunque a veces te olvido por temporadas completas.
Vos que creciste rodeado de gente pero a veces muy solo. Que nunca te faltó nada, aunque si necesitaste muchas cosas. Vos que a veces salís y armamos juntos un vacilón, pero que otras no te encuentro y cuando te busco te hallo llorando en algunos rincones de mi memoria.
Se que han pasado muchos años, y que muchas cosas han cambiado. Y a veces no encuentro las palabras para explicarte esos cambios, porque duelen. Como cuando la gente se va y nos deja solitos, o como cuando estábamos jugando y pasándola genial y llegaban a decirnos que ya era hora de irse. Y queríamos seguir jugando y quedarnos ahí, pero ya no se podía. Y hacíamos berrinche porque no estábamos de acuerdo, pero al final igual entre sollozos teníamos que ceder y marcharnos.
Te he estado buscando, porque quiero que nos sentemos a hablar. Te quiero escuchar, te quiero conocer, saber las cosas que te hicieron feliz y las cosas que te dolieron. Volver a caminar con vos algunos trayectos del camino que te dieron miedo, y que todavía duele recordar.
No tengás miedo de abrirme las puertas de tu escondite secreto. Quiero que juntos podamos jugar de nuevo, pasear, volver a correr como caballitos por el potrero y empaparnos en el aguacero. Tirarnos toda la tarde a ver tele y luego armar un castillo de legos.
Buscar a los amigos que se perdieron en el camino. No se fueron, solo están jugando escondido, y el que encontremos primero le toca contar.
Comernos a escondidas la leche en polvo mientras conversamos hasta que te quedés dormido. Que ya no llorés ni tengás miedo. Yo te cuido.
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Gracias por su visita, y gracias por aportar algo a mi monólogo. Casi siempre escribo para mi, pero me gusta saber que mis desahogos hicieron a alguien más sentirse identificado/a.
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