Y eventualmente todo llega y todo pasa. Esta semana llegaron por fin los papeles de la abogada, finalmente acreditados por el registro, con sus timbres y sus sellos, con sus firmas respectivas, sus jueces y testigos. Así, en tres párrafos, con el lenguaje más frío y correcto se pone la última piedra, se corta el último lazo, se muere el último aliento y se termina de enterrar todo.
En una hoja que en su tono gris de fotocopia no alcanza en absoluto a describir el dolor de lo que en ella se pierde, aunque ya se había perdido. Que no describe ni de lejos el dolor, la tristeza, los años, los esfuerzos, las veces que se intentó y las que se fracasó. Que no asoma en sus puntos ni en sus comas, los sueños que se murieron, las esperanzas que se perdieron. Fotos de sonrisas, de paseos; recuerdos de cosas que ya nadie recordará, porque solo ella y yo estuvimos ahí.
Y quedan lágrimas, tristezas, vacíos. Rencores y preguntas que nadie contestó y que ya nadie contestará. Perdones por errores cometidos que tarde o temprano llegarán, para ella y para mi. Quedan tantas cosas que al final me doy cuenta de que no queda nada. Sólo un ¿Por qué?
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Gracias por su visita, y gracias por aportar algo a mi monólogo. Casi siempre escribo para mi, pero me gusta saber que mis desahogos hicieron a alguien más sentirse identificado/a.
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